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Se dice que «una mentira repetida 1000 veces se convierte en una verdad». Más que en una verdad, diríamos que en un mito, y quizá nos lo creemos porque nos tranquiliza saber que podemos fiarnos de lo que se escucha y se lee en medios de comunicación o de aquellas enseñanzas provenientes de nuestras abuelas en lo que a alimentación se refiere y de lo que se conoce como lo de toda la vida.

Actualmente se ha conseguido desterrar algunos mitos tradicionales tipo «Tómate rápido el zumo, porque se van las vitaminas» o «si no consumes carne roja no vas a obtener las proteínas necesarias».  Sin embargo, ahora son otros los hábitos y los alimentos que se ha ensalzado a la altura de súper saludables cuando en realidad podrían estar perjudicando nuestra salud. Sigue leyendo para saber cuáles son:

1. Beber zumos engorda más que comer la fruta entera

Los zumos (sobre todo los envasados) no contienen la fibra necesaria como para reducir los picos de azúcar que sí nos aporta la fruta. El cuerpo, en el momento en que consumimos un zumo, se «instala» en modo reserva de grasa ya que al aportarnos demasiado azúcar, el organismo no puede consumirlo inmediatamente y lo almacena.

Otra desventaja de los zumos es que nos ocasionan la necesidad de comer a los pocos minutos de haberlos bebido, para compensar así el nivel de insulina. No es en absoluto recomendable beber un gran zumo de naranja, ni de ninguna otra fruta, en ayunas. Lo aconsejable es comer y masticar un mínimo de tres piezas de fruta al día.

2. Los aceites menos saludables

Seguramente, muchos de nosotros ya sabemos que no es conveniente consumir grasas trans y grasas saturadas como el aceite de palma o la margarina, pero lo que quizá no tenemos muy presente es que el primero es el más utilizado del mundo.

Está en multitud de productos que consumimos a diario pese a que no es una alternativa idónea desde el punto de vista nutricional cuando podemos encontrar, fácilmente, grasas alternativas mucho más saludables. Pero lo más preocupante es su producción, ya que conlleva excesos medioambientales y sociales, en muchos casos, irreparables.

3. Pan integral vs pan blanco. ¿Cuál es mejor?

Se cree que el pan integral es más sano que el tradicional, pero ¿engorda menos? y sobre todo ¿cómo sabemos que es integral de verdad? Y es que lo que hace hoy en día la industria alimentaria con los cereales es muy poco saludable, porque los convierte en harinas refinadas, dejando en el grano de cereal solo el almidón, ingrediente principal del pan blanco.

pan integral

En este proceso se elimina el germen -donde se encuentran las vitaminas y los ácidos grasos esenciales- y la cáscara, que contiene fibra y minerales. Y esto es porque la harina refinada se conserva durante más tiempo sin ponerse rancia. El resultado es que el pan blanco tiene muy poco valor nutricional, calorías vacías y un índice glucémico muy elevado, que dispara la insulina y favorece la acumulación de grasa.

El pan integral, por su parte, tiene un índice glucémico más bajo, lo que mantiene los niveles de glucosa constantes. Sin embargo, tiene las mismas calorías que el plan blanco (y en ocasiones, incluso más, ya que se le añade azúcar). La harina y los panes integrales que se encuentran en los supermercados no suelen ser realmente integrales. Por lo general están hechos de harina refinada a la que posteriormente se añade fibra.

Como recomendación general, lo ideal es buscar el equilibrio entre todos los alimentos, disminuyendo el consumo de alimentos ricos en carbohidratos y aumentar los de frutas y verduras.

4. La soja y sus derivados no son tan sanos

Otro alimento que deberíamos desterrar de nuestra dieta es la soja y sus derivados, como la leche de soja, el tofu y la proteína de soja. El producto que generalmente se entrega en el mercado está procesado en exceso y le han eliminado todos los fitonutrientes que son los que nos aportarían beneficios. Lo que consumimos al final son calorías vacías.

Si tenemos la oportunidad de consumir soja orgánica, también debemos ser prudentes en el consumo, ya que contiene isoflavonas y en exceso pueden ser perjudiciales tanto para mujeres como para hombres.

4. El estrés no se resuelve comiendo fast food

Alimentarse a base de comida basura o darse ‘premios’ no ayuda a sentirse mejor ni a olvidar el estrés y los problemas del día a día. Hay que resolver el estrés con ejercicio. El cortisol es un tipo de hormona esteroidea o glucocorticoide generada en la glándula suprarrenal que se relaciona con el estrés, ya que se libera como respuesta a esta patología. También es producida frente a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre.

Las funciones más importantes de esta hormona son aumentar el nivel de azúcar en sangre, suprimir el sistema inmunológico y ayudar en el metabolismo de proteínas, grasa y carbohidratos. También restringe la formación ósea. Cumple entonces varias funciones, pero se genera más en tiempos de estrés.

En los momentos de gran inquietud el organismo produce cortisol que si es en un momento de estrés físico, lo quemamos, pero si es por trabajo o la vida diaria, el cortisol se queda en nuestro cuerpo y nos produce ansiedad y necesidad de comer. El ejercicio es positivo para todo, ¡pero imprescindible para eliminar el cortisol si no queremos engordar!

Tomás Darío Zapata, cirujano plástico en Madrid y Marbella.

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